Ogilvie, un talento panameño entre gigantes

Jair Ogilvie llama enseguida la atención. Cara de niño, pómulos salientes, flaquito, pequeño. Muy pequeño. El panameño es el más pequeño de los 100 jugadores que participan del Torneo Olímpico Juvenil de Fútsal Masculino Buenos Aires 2018. Pero el talento que lleva dentro es gigante.

Mide 1,42m y pesa 45 kilos. Verlo encarar a defensores eslovacos o iraquíes que superan el metro 80 impresiona a cualquiera. Menos a él.

“No creo que en el fútbol se necesite un biotipo para enfrentarse a otro sino el coraje, la viveza y la fuerza que uno le meta en el terreno de juego. No creo que sea necesario tener un buen biotipo para ser un buen futbolista», le dice a FIFA.com lleno de una seguridad que contagia.

De las tres virtudes que nombra, tiene las tres. Si maneja la pelota, se escurre entre los defensores. En un momento está y al siguiente, ya no. Hasta puede quedar de último hombre marcando a ese pívot rival que parece un armario. No perdió claramente ningún duelo. Usa su cuerpo y el del rival para su máximo beneficio.

Comenzó jugando al fútbol a los 7 años gracias a su familia. En 2015, con 16, estaba haciendo un tratamiento hormonal similar al que se realizó Lionel Messi para tratar sus problemas de crecimiento cuando se le apareció la oportunidad que siempre soñó: un campus del Chelsea FC en Málaga, España.

Viajar significaba cortar el tratamiento, que una vez que se detiene no puede empezarse de nuevo. Se la jugó. No quedó en el club inglés y las hormonas quedaron para otra vida, pero no se arrepiente de nada.

“Fue la voluntad de Dios, él quiso que fuese así y yo no puedo hacer nada», responde sin resignación.

En Buenos Aires lleva dos goles en tres partidos y ha sido de los preferidos de los hinchas. Increíble si se piensa que empezó a jugar al fútsal hace apenas dos meses. “Mi formación es de fútbol 11 pero entré al fútsal y me ha gustado mucho. Si se me da la oportunidad de crecer en el fútsal, la aprovecharé».

La Federación Panameña hizo unas visorías por todo el país para reclutar jugadores para los Juegos. Jair primero fue preseleccionado y luego quedó en el corte final de 10. Desde el minuto uno quiso aprender para mejorar.

“Vi partidos para instruirme. Vi a Ricardinho, a los grandes jugadores del mundo, para saber en qué situación hacer las cosas en la cancha».

Hasta hace poco, su máxima ilusión era “jugar en el Real Madrid». Pero a los 18 años nunca es tarde para cambiar: “¡O en el Inter Movistar! Mi sueño es jugar en Europa, sea fútbol o fútsal».

 

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